Bosques y agua: un equilibrio vital frente al cambio climático
07 / 10 / 2025
Los días 14 y 15 de julio, Basoa Fundazioa y la USSE coorganizaron el curso “Los árboles y el agua” en el Palacio de Miramar de Donostia, en el marco de los cursos de verano UIK de la EHU. Fueron dos jornadas de mañana muy interesantes, en las que se abordó en profundidad la relación entre los bosques y cuyo contenido pasamos a resumir a continuación.
Los árboles son mucho más que parte del paisaje: son auténticas fábricas de vida que dependen del agua para funcionar. Absorben la humedad del suelo y la hacen circular hasta sus hojas, liberando después parte de ese recurso en forma de vapor. Curiosamente, ese mismo proceso ayuda a que se formen nubes y, con ellas, nuevas lluvias. Es un ciclo fascinante donde los bosques no solo consumen agua, sino que también contribuyen a generarla.
Pero este delicado equilibrio está en riesgo. El cambio climático trae consigo sequías cada vez más largas e intensas. Cuando falta agua, los árboles se debilitan: pierden hojas, frenan su crecimiento y, en los casos más graves, mueren. Lo que ocurre con un solo árbol puede parecer insignificante, pero cuando el problema se multiplica a gran escala, el bosque entero pierde fuerza y con él, los servicios que nos presta: desde regular el clima hasta abastecer de agua a ríos y embalses.
Aunque el sur de la península ibérica es la zona más golpeada, en lugares como Álava y Navarra ya se empiezan a ver señales de alarma. Investigaciones en todo el mundo muestran que incluso los bosques tropicales (que solemos imaginar rebosantes de agua) sufren los efectos de la sequía. En contraste, las especies mediterráneas, acostumbradas a la escasez, resisten mejor, hasta cierto punto. El estrés hídrico que impone el calentamiento global está llevando a la muerte de muchos ejemplares.
La ciencia ha identificado una de las claves de este problema: la cavitación. Cuando falta agua, en los vasos internos de los árboles se forman burbujas de aire que interrumpen el flujo vital del agua, como si fueran coágulos en un sistema sanguíneo. Si ese bloqueo persiste, el árbol termina secándose. Comprender a fondo este mecanismo es fundamental para anticipar cómo responderán los bosques a las condiciones extremas del futuro.
Ante esta realidad, la intervención humana en la gestión de los bosques es esencial. Existen estrategias de gestión forestal sostenible que pueden ayudar a los árboles a resistir mejor. Una de ellas es la ecohidrología, que estudia cómo se reparte el agua entre el suelo, la vegetación y la atmósfera. Gracias a mediciones y modelos, se pueden simular distintos escenarios y decidir qué prácticas de gestión (como aclarar algunas zonas o diversificar especies) resultan más eficaces para cada lugar.
El caso de los pinos ilustra bien esta diversidad de respuestas. En Álava, el pino silvestre sufre especialmente con la falta de agua, mostrando más defoliación, menos crecimiento y mayor mortalidad. El pino carrasco, propio del Mediterráneo, se ve afectado por la sequía, las plagas y los incendios. El pino radiata, en cambio, enfrenta un problema distinto: la humedad de la cornisa cantábrica unida a temperaturas más altas favorece la proliferación de enfermedades. Cada especie necesita, por tanto, una adaptación específica.
Un aspecto destacado de este curso ha sido la participación de propietarios y gestores forestales, actores fundamentales en la toma de decisiones. Su implicación es crucial para trasladar el conocimiento científico a la práctica y para impulsar la conciencia social sobre la importancia de los bosques. Aunque la sociedad todavía no percibe plenamente la magnitud del papel que desempeñan, es necesario redoblar esfuerzos de divulgación y sensibilización.
Al final, proteger los bosques no es solo una cuestión ambiental: es una inversión en nuestro propio futuro. Sus raíces sostienen mucho más que árboles; sostienen la vida tal y como la conocemos.
Vídeos del curso “Los árboles y el agua” disponibles en nuestro canal de YouTube.
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